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Adrián Perea: «El hecho de querer contar una historia que sonaba a antigua me generaba cierto conflicto»

por Antonio Rojano

Entrevista
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Adrián Perea

PREGUNTA: ¿Cómo surge el montaje de Mihura, el último comediógrafo?

ADRIÁN PEREA: Me llamó Luis Luque hace un par de Navidades. Me sorprendió su llamada porque, desde que supimos que abría Nave 10 Matadero, Álvaro Nogales y yo llevábamos un tiempo deseando contactar con él para poder trabajar aquí con nuestra compañía (Mudanzas López). Me dijo que se quería reunir conmigo, que tenía interés en un texto mío. Me preguntó, muy educadamente, si Álvaro y yo éramos un matrimonio con vidas separadas. Y le dije que sí, que no había problema. Entonces, quedamos y le hablé de algunas ideas que tenía. Llevaba dos ideas a la reunión. Una era la de este Mihura, que ahora se estrena, que me llegó hace muchos años mientras leía todo su teatro. Cuando decidí escribir comedia me dije que me tenía que leer todas las obras de los grandes autores de comedia. Entonces me compré un tocho de Cátedra, de esos que tienen prólogo, estudio crítico y demás. En el libro había un pequeño texto en el que el Miguel Mihura contaba la historia de su obra. Cómo encuentra el teatro, cómo es su proceso hasta escribir Tres sombreros de copa y los veinte años que pasaron hasta que pudo estrenarla. Era una historia apasionante, que me emocionó mucho cuando la leí. Podemos decir que esta obra es una autoficción del propio autor. Él afirmaba que no se sentía precursor del teatro del absurdo ni de nada. Pero sí que es cierto que, si esta obra se hubiera estrenado en su momento, seguramente su carrera y la literatura dramática española estarían en un lugar mucho más importante. Por lo menos, si hablamos de comedia. Mihura decía que no había querido inventar ningún género, que era la forma de escribir que a él le apetecía. Cuenta que sólo quería contar, de una forma sencilla, a la gente normal y corriente. Representar una parte de su pasado. Esta historia nadie me la había contando así. Luego, traía otra idea más extravagante y rompedora. Pero cuando le dije a Luis las dos, me di cuenta que la vida de este chico que se va con una compañía de varietés y que escribe una obra tras un amor de juventud, pues vi cómo a Luis también le emocionaba este viaje. Me dijo que teníamos que hacerla. Que era un homenaje al teatro, a los comediógrafos y a las compañías de teatro. Y por qué no, también lo es a la ciudad de Madrid. Todas estas ideas casaban muy bien con la filosofía y el proyecto de Nave 10 Matadero

PREGUNTA: ¿Qué has encontrado en la vida de Miguel Mihura (o en su obra) que te interesara para escribir este texto? ¿De qué nos habla la función? 

ADRIÁN PEREA: A mí me interesaba, sobre todo, contar el oficio de los escritores, pero en este caso más precisamente de los comediógrafos, de la gente que hace y se dedica al humor. De lo difícil que es hacer reír y señalar algo o salirse de los parámetros habituales. Creo que hacer humor es molestar, criticar, señalar… y a veces es un poco contraproducente para sobrevivir dentro del oficio. Mihura estrena su gran obra lejos del apoyo del público o de los productores. A él le divierte, pero tarda dos décadas en estrenarla. Mihura decide acercarse entonces al teatro burgués, a personajes burgueses, porque quiere trabajar y vender. En cierta medida, el autor se pliega al mercado, se hace normativo. En su día, esta obra fue muy provocativa. La gente se iba molesta del teatro, casi con el deseo de arrancar las butacas. Hoy esto sigue pasando. Hay temas complicados que encuentro en algunas de mis comedias, que ya tengo escritas, y que dudo si se harán alguna vez. Si una obra toca un tema peliagudo, te das cuenta que es muy difícil que llegue a estrenarse. Esto hace peligrar un poco la libertad de expresión, sobre todo en la comedia, cuya base es reírse, señalar y criticar algún aspecto de la vida o del mundo. Es muy complicado hacer una obra, por ejemplo, sobre el Rey ni sobre determinados temas. Sabes que no tendrían un largo recorrido. 

PREGUNTA: La obra nos cuenta el nacimiento de un comediógrafo. En tu caso, ¿cómo llega Adrian Perea al teatro? 

ADRIÁN PEREA: Mi llegada fue a través del colegio Pradolongo, aquí en Usera. Había un grupo de teatro amateur, que organizaba el AMPA del colegio. Lo componían niños, padres y profesores. Yo recuerdo con siete u ocho años, no recuerdo bien, que quería ir a ver una obra de ellos. Mi madre iba a comprar las entradas, pero al final se agotaron y me puse muy triste. Con la rabieta le dije que no pasaba nada, que al año siguiente no nos íbamos a perder la obra que estrenaran. Así que me metí en el grupo de teatro. Ahí empezó este hobby que fue cada vez ganando más peso en mi vida. Como el colegio y el instituto están pegados, el grupo de teatro continuó de mayores. Hicimos varias obras. Recuerdo que llegamos a estrenar Alesio de Ignacio García May, que luego fue mi maestro en la RESAD. Lo pasábamos muy bien. Luego, hice el Bachillerato de Artes Escénicas porque era lo que más me interesaba. En un principio, quería ser actor, lo que pasa es que me di cuenta de que, si quería ser actor, tenía que trabajar en comedias pero también en dramas. No quería hacer Antígona, la verdad. Así que, sin saber lo que significaba la palabra dramaturgo, sin saber que se podía estudiar ni que era una carrera, empecé a decir que quería escribir teatro. Con el apoyo de un profesor y de mis padres, a mis diecisiete años, me metí a estudiar dramaturgia en la RESAD.  Tenía un desconocimiento brutal de la profesión y me pasaba las clases con una libreta apuntando nombres de dramaturgos: Juan Mayorga, Paco Bezerra... En clase nombraban todo el tiempo a Sanchis (Sinisterra) y a mí me sonaba a indio. ¿Quién era ese señor Sanchis que todo el mundo nombra? Decía que quería ser dramaturgo sin saber lo que significaba esa palabra. Más tarde, Álvaro dirigió un texto mío y ahí surgió Mudanzas López, que es la compañía en la que trabajamos. 

PREGUNTA: ¿Cuánto hay de tu vida en la obra? ¿En qué nos parecemos los autores de hoy? 

ADRIÁN PEREA: Cuando en teatro cuentas una verdad y dices “esto que os cuento es verdad”, la gente no termina de creérselo. Pero cuando estás contando una mentira que está muy cerca de la realidad, la gente termina creyéndoselo. En esta obra hay un momento en el que el autor va a visitar a la sobrina del comediógrafo y es una situación totalmente inventada. La mayoría de la gente cree que esto ha ocurrido de verdad. He tenido un conflicto grande con esta pieza porque a mí me apetecía mucho escribirla, pero cuando me preguntaban de qué iba, siempre decía que era una obra sobre el autor de Tres sombreros de copa. Entonces, un par de personas me preguntaron si era un encargo. Yo estoy contando la historia de Miguel Mihura pero soy un autor de veintisiete años. El hecho de querer contar una historia que sonaba a antigua me generaba cierto conflicto. Vivimos en un mundo en el que hay que ser rompedor, que hay que hablarle al público de tu generación… Tuve que buscar el modo de encontrarme yo en la obra y también apelar al presente. Cuando di con el tercer acto de la función, hice las paces conmigo mismo. Esto es un texto contemporáneo, porque estoy hablando de hoy, también tiene una estructura interesante y contemporánea, pero recuerdo algunas dudas que tuve entonces. Ese último acto me reconcilió con el material y con la historia. Soy un obseso de la comedia y deseé siempre contar una historia sobre la gente que hizo que la comedia avanzara en nuestro país. 

PREGUNTA: Para ti, ¿qué es la comedia? ¿Por qué crees que el mundo contemporáneo se puede explicar bien a través de ella? 

ADRIÁN PEREA: La comedia es el género con el que yo me vinculo de una manera más fácil. En mi día a día, para relacionarme con las personas, uso el humor prácticamente todo el tiempo. Además, lo disfruto y lo consumo. Cuando veo comedias muy buenas, las disfruto mucho. Las disfruto y me inspiran. Y son también las ficciones que más me apelan. Siento que la comedia es una herramienta genial para poder criticar algo, para poder señalar o hacerse preguntas a través de la risa. No riéndote de algo, sino creando situaciones que, a través de la risa, te hagan reflexionar sobre algún asunto. A mí me gusta mucho reír y me gusta más cuando también siento un pinchazo en el estómago. Como espectador, lo agradezco siempre. Para mí, es el género que nos salva porque habla de la vida misma. Creemos que tenemos el control y cuando nos damos cuenta, lo hemos perdido. El personaje de comedia se cae todo el rato pero siempre se levanta. Entonces, bueno, creo que es un buen modo de afrontar la vida. Cuando he escrito drama me cuesta mucho tomarme en serio. No me creo. Necesito que un personaje salga y cuente un chiste. Creo que eso también tiene que ver con una forma de entender el mundo y de relacionarse con los demás. 

PREGUNTA: ¿Cómo ha sido trabajar con el reparto y con Beatriz Jaén? Cuéntanos más sobre el equipo y lo que has visto durante los ensayos. 

ADRIÁN PEREA: Luis me propuso que fuera una directora la que sacara adelante el montaje del texto. Y surgieron varios nombres Y cuando surgió el nombre de Beatriz Jaén, le dije que me parecía la persona ideal.  Ella venía de montar la obra del ferrocarril, de Joan Yago, en el CDN y creo que el trabajo que realizó fue maravilloso. Es una directora que ha trabajado muchos años con Alfredo Sanzol y se relaciona muy bien con la comedia. Además, el universo de Beatriz es muy rico. Entonces, me alegré mucho cuando aceptó. Hemos hablado del texto y sobre todo de la historia que queríamos contar. Había que definir si nos centrábamos en Mihura o si esto era un homenaje a los cómicos, si realizábamos una mirada crítica al pasado o si la dirigíamos al presente. Bueno, fuimos avanzando y trabajando las ideas y creo que nos acercamos cada vez más a la idea del homenaje. Un homenaje a Mihura, pero especialmente a los cómicos que hicieron que sus obras se estrenasen. Un homenaje, también, al propio TEU (Teatro Español Universitario) y a las compañías de la época. El reparto ha sido maravilloso para llegar ahí. Todos son cómicos de larga carrera. Esperanza Elipe, Paloma Córdoba, David Castillo, Esther Isla, Kevin de la Rosa, Álvaro Siankope y Rulo Pardo. Los actores de comedia saben leer los chistes, saben decirlos y creo que esa mirada sobre la vida de la que hablaba antes la tienen muy interiorizada. Puedes relacionarte con ellos a través del humor y eso es importante. En el montaje, David y Rulo son los que dan el pase. Ellos interpretan a Miguel y a Mihura, respectivamente. Son los que tienen más los pies en el suelo, los que nos ayudan a empatizar con el relato, pero están rodeados de locos. Ellos dan los pases y sus compañeros meten los goles y los chistes. Todo el equipo artístico rema en favor de la obra. Además, son tres épocas temporales, se cambian delante del público y hay escenas muy divertidas. La escenografía acompaña, porque estamos como en la parte de atrás de un escenario, vemos todo el rato lo que ocurre entre bambalinas y cómo los actores salen hacia atrás, hacia lo que será su escenario, como si actuaran delante de un público ficticio. Beatriz ha armado algo muy divertido que va en sintonía de este homenaje a los actores y al género de la comedia. 

PREGUNTA: ¿Qué otros proyectos tienes por delante? 

ADRIÁN PEREA: Con Mudanzas López tenemos un proyecto para el año que viene fuera de España. El otro día hablaba con Álvaro que tengo sentimientos encontrados por esto. La primera vez que nos produce un teatro público va a ser fuera de nuestro país. Es una oportunidad importante de trabajar, ha sido ilusionante, pero sientes que te mandan a la casa del vecino. Con esta obra estoy muy feliz, porque he tenido mucha suerte. Estamos en Matadero, Beatriz Jaén y yo somos madrileños, como Mihura, pero tenía el deseo con Álvaro de que pudiéramos encontrar más apoyos. Una pena. Por otra parte, la temporada que viene vuelve a Barcelona Observen a estos hijos de puta, un texto que escribí para la compañía Dúo Fácil que va ya por su tercera temporada. Esta obra y la de Mihura han sido publicadas recientemente por Punto de Vista Editores. 

Adrián Perea escribe y dirige Mihura, el último comediógrafo que puede verse del 22 de mayo al 15 de junio de 2025 en la Sala Max Aub de Nave 10 Matadero. Consigue tus entradas en este enlace

Antonio Rojano es dramaturgo y coordinador dramatúrgico de Nave 10 Matadero para la Temporada 24|25